Manuel Villar se fue a Suiza hace ya unos años de la mano de Bettina. Buscaba nuevos horizontes y los encontró en el cantón de los Grisones, en Chur, a la vera del pueblo de Heidi. Allí montó una vinoteca y se abrió camino vendiendo además productos gourmet. Las cosas no le iban mal, pero él es avispado y pronto vio que se podía ampliar el negocio. «De vez en cuando hacía degustaciones en nuestra vinoteca y algunos clientes me decían que nuestras propuestas eran mejores que las que se ofrecían en muchos restaurantes. Así que decidimos integrar la vinoteca en un restaurante», explica. Y para completar la cocina rebuscó en la familia y llamó a su primo Santiago Lavandeira. El toque internacional lo completan las camareras. La italiana Xenia Marchesini y la búlgara Nataliya Micheva. «Son estudiantes de hostelería en una universidad privada. Hablan español, alemán, italiano e inglés perfecto y francés a un buen nivel. Son unas máquinas», subraya Manuel. Y para adelante.
La idea cuajó, por supuesto, porque el cocinero es bueno y los ingredientes son de primera calidad. «Trabajamos en un 90% con productos importados de España que nosotros distribuimos. Desde el arroz bomba de Valencia a los licores de orujo, crema, hierba, tostada y café», apunta. A partir de ahí, el surtido de la carta es amplio y, por supuesto con un indiscutible acento gallego. No faltan los mejillones, ni los pimientos de Padrón o las patatas bravas. Los quesos son imprescindibles y, claro está, el jamón. Para el postre, un toque de la casa ideado por el propio Manuel: la crema gallega. Se trata de una versión de la crema catalana, pero con licor café en lugar de azúcar. Al licor café le prende fuego y los suizos alucinan. Lo que triunfa es el mix de tapas, con platos degustaciones para compartir.
La mayor parte de su clientela son suizos porque, claro, en su local no hay televisión y los españoles pueden pasar sin las tapas, pero no sin el fútbol. Los clientes pueden llevarse la comida a casa o disfrutarla allí acompañándola de alguno de los excelentes vinos que tiene en la bodega. Cuenta con alrededor de 200 referencias españolas, 80 italianas, 50 austríacas y otras 40 italianas. Evidentemente, las recomendaciones de la casa son siempre los caldos españoles. Tienen un horario típicamente europeo claro. Es decir solamente abren por las tardes, de cinco de la tarde a una de la madrugada y cierra los domingos y los lunes. Una degustación de vinos guiada con el espectacular paisaje que por allí hay de acompañamiento parece un plan difícil de rechazar.
Diego Forlán
A pesar de que el restaurante parece ir bien, Manuel no ha abandonado ni mucho menos el negocio de la distribución. «Tenemos dos líneas de negocio bajo el nombre de Vino y más, la distribuidora de vinos y productos gourmet y el restaurante/vinoteca», explica. El futbolista Diego Forlán es uno de los clientes que por allí han pasado.
A pesar de que Manuel ya tiene su vida montada en Suiza, cada vez que puede regresa a España para estar con la familia y con los amigos. Utiliza los viajes, además, para buscar más productos adecuados para su vinoteca. El listón está alto porque vende sus vinos a cerca de ochenta restaurantes de toda Suiza, entre ellos los mejores del país y algunos situados en lugares como Davos o Saint Moritz. La última vez fue durante las pasadas Navidades pero es seguro que en verano volverá a caer por Vilagarcía. Será una buena oportunidad para que demuestre a sus antiguos compañeros de EGB, en la cena anual que organizan desde hace unos años, si esas habilidades con la crema gallega de las que presume ante los suizos son tan buenas como dice. Seguro que sí.
Noticia de La Voz de Galicia – Arousa.